La disputa territorial entre Japón y China por las islas Senkaku, también conocidas como Diaoyu, sigue latente desde 1895. A pesar de los intentos de diálogo, la presencia constante de buques chinos en la zona refuerza la tensión entre ambos países. En 2018, la aparición de una boya en la zona económica exclusiva de Japón, a pocos kilómetros de las disputadas islas, destacó la ambición de Pekín por reafirmar sus reclamos históricos sobre la región. Este gesto provocó una escalada en el conflicto, en un contexto marcado por incidentes frecuentes entre las fuerzas marítimas chinas y japonesas.
En julio de 2023, una nueva boya fue instalada dentro de la zona económica exclusiva japonesa, desencadenando preocupaciones sobre el monitoreo militar que podría realizar China bajo la apariencia de estudios oceánicos. Este movimiento se produjo en medio de esfuerzos diplomáticos que buscaban mejorar las relaciones entre Tokio y Pekín. Sin embargo, Japón reaccionó pidiendo la retirada de la boya, mientras China insistía en que su uso era puramente meteorológico, creando un tira y afloja diplomático muy complejo.
A pesar de algunas señales de distensión, como la reciente visita del ministro japonés a Pekín, la rivalidad entre Japón y China permanece sin resolverse. En 2023, la Guardia Costera china fue avistada en las cercanías de las Senkaku por un récord de 353 días, lo que sugiere que las tensiones en el mar de China Oriental no solo son persistentes, sino que también podrían intensificarse. Las acciones de ambos países indican que, aunque se dan pasos hacia la cooperación, las controversias territoriales siguen siendo un punto crítico en su relación.
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