
Los satélites Starlink, de SpaceX, han revolucionado la guerra moderna al ofrecer conectividad crucial, especialmente en conflictos como el de Ucrania. Debido a su efectividad, Rusia y China han intensificado sus esfuerzos para desarrollar tecnologías que los puedan desactivar, considerando a Starlink un activo estratégico en la guerra actual. Las preocupaciones sobre su vulnerabilidad aumentan a medida que estos países implementan tácticas avanzadas para interferir en las comunicaciones satelitales.
Rusia ha estado experimentando con un sistema llamado Kalinka, diseñado para interrumpir las comunicaciones de Starlink. Desde mayo de 2024, fuerzas militares ucranianas han reportado interrupciones en Starlink, lo cual se ha atribuido a las nuevas tácticas de guerra electrónica de Rusia. Además, el sistema Tobol se emplea para interferir en las señales satelitales y se han observado múltiples dispositivos en el territorio ruso, aumentando así el riesgo de fallos en áreas cercanas a este país.
China, por su parte, está llevando a cabo maniobras en la órbita baja terrestre que podrían estar orientadas a desarrollar capacidades de captura y desactivación de satélites. Según informes, se están probando tecnologías que podrían ser utilizadas no solo para fines pacíficos, sino también para neutralizar o capturar satélites rivales durante un conflicto. Ambos países están explorando formas de aprovechar el espacio, mientras que el Pentágono advierte sobre la posibilidad de que se estén desarrollando armas nucleares y otras tecnologías ilegales en el espacio.
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