
Un nuevo sistema de inteligencia artificial llamado Track ha surgido como una herramienta polémica entre cuerpos policiales y agencias federales en Estados Unidos. Este modelo permite rastrear personas basándose en características como tamaño del cuerpo, género, color y estilo de cabello, vestimenta y accesorios, eludiendo las restricciones de reconocimiento facial. Varias agencias ya lo utilizan, lo que ha alarmado a defensores de los derechos civiles ante la posibilidad de abusos y vigilancia excesiva.
Track se presenta como una salida legal para la identificación de individuos cuando el reconocimiento facial está prohibido. La compañía Veritone, desarrolladora de esta herramienta, afirma que permite rastrear a las personas incluso cuando sus rostros están ocultos. La controversia radica en que, aunque no se basa en datos biométricos tradicionales, puede generar preocupaciones similares en términos de invasión de la privacidad y abuso de poder por parte de las fuerzas del orden. Así, se convierte en una herramienta que podría amplificar el control gubernamental ante una sociedad cada vez más vigilada.
A medida que la tecnología de Track se adopta rápidamente en diversas agencias, los temores por su posible abuso han crecido. Analistas advierten que esta herramienta podría facilitar a la policía llevar a cabo una vigilancia más intensa y sistemática. Mientras algunos ven su implementación como un avance en la lucha contra el crimen, otros cuestionan sus implicaciones éticas y legales, evidenciando una lucha constante entre seguridad y derechos civiles en la era digital.
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