
Nikola, que prometía revolucionar el mercado de los camiones de hidrógeno, se encuentra al borde de la quiebra. Desde su fundación en 2014, la compañía se ganó la comparación con Tesla gracias a sus ambiciosos planes de camiones eléctricos y de hidrógeno, pero esas promesas se han evaporado a medida que su situación financiera se deteriora rápidamente. Las bajas ventas y las controversias la han llevado a una crisis que amenaza su existencia.
A pesar de tener prototipos impresionantes como el Nikola One, que prometía una autonomía de hasta 2.000 kilómetros, la realidad es que la producción nunca despegó. Desde su salida a bolsa en 2020, a pesar de las reservas de camiones, no se ha realizado una sola entrega. Además, la compañía ha enfrentado múltiples escándalos, incluyendo acusaciones de fraude que la desataron en 2020, dejando su reputación en ruinas y generando un clima de desconfianza entre los inversores.
Hoy en día, Nikola busca alternativas para sobrevivir, considerando opciones como la venta de la compañía y la reestructuración. Con ventas de apenas 200 camiones en el último año y un efectivo que solo alcanza hasta 2025, el futuro de la “Tesla de los camiones” se ve sombrío. A medida que la incertidumbre crece, el destino de Nikola es un recordatorio de los riesgos en la industria automotriz y la dura realidad que enfrenta la tecnología de hidrógeno.
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