Ucrania ha enfrentado una devastadora crisis energética debido a los ataques rusos que han destruido una gran parte de su infraestructura eléctrica. Desde el inicio de la invasión en febrero de 2022, el país ha visto cómo más de un tercio de su capacidad de generación se ha perdido, lo que ha llevado a una grave situación de apagones. Las centrales térmicas y hidroeléctricas están dañadas, y el invierno se convierte en un desafío mortal sin calefacción y el acceso a agua potable.
Los ucranianos han aprendido a adaptarse a esta nueva realidad. En ciudades como Kyiv y Odesa, los apagones frecuentes han hecho que la electricidad sea un recurso escaso, obligando a la población a depender de generadores portátiles. La estrategia del gobierno ha sido crear ‘puntos de invencibilidad’ donde los ciudadanos pueden acceder a carga eléctrica e internet durante los cortes. Además, el Banco Nacional ha lanzado sucursales que operan de manera autónoma para ofrecer servicios esenciales en momentos críticos.
A pesar de la adversidad, el pueblo ucraniano ha mostrado una increíble resiliencia. Las velas, generadores y baterías portátiles se han convertido en objetos cotidianos, y la vida se organiza en torno a los horarios de electricidad. La adaptación forzada no ha quebrantado el espíritu de la población, que continúa luchando por mantener su dignidad y autonomía ante una crisis sin precedentes, demostrando que incluso en la oscuridad, la esperanza y la resistencia permanecen vivas.
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