
La lucha por los derechos de patentes de CRISPR, la revolucionaria herramienta de edición genética, se intensifica tras la reciente decisión de un tribunal de apelaciones en EE. UU. Este fallo proporciona a las científicas Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier una nueva oportunidad para demostrar que son las auténticas inventoras de esta tecnología, considerada una de las más influyentes del siglo XXI. La competencia involucra no solo una suma millonaria, sino también prestigio y reconocimiento en el ámbito científico.
El conflicto de patentes se originó cuando Doudna y Charpentier publicaron su investigación sobre el sistema CRISPR en 2012, que permite cortar ADN de manera precisa. Sin embargo, en 2013, Feng Zhang demostró su uso en células animales, lo que complicó aún más la disputa. Un organismo especializado había determinado previamente que las autoras no habían conceptualizado completamente su invención debido a problemas iniciales, pero la reciente decisión del tribunal ha cambiado las reglas del juego y obliga a revisar dicha conclusión.
Este nuevo desarrollo desata un debate sobre quién merece realmente el crédito por la invención de este sistema, que ha revolucionado la biotecnología y el tratamiento de enfermedades genéticas. La Universidad de California, Berkeley, está celebrando la oportunidad de que se reevalúe la evidencia bajo nuevas normas legales. Mientras tanto, el Broad Institute se mantiene confiado en que reafirmará su posición. El fallo podría tener implicaciones globales, dado que el caso puede incluso llegar hasta la Corte Suprema de EE. UU.
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