Los mineros de Bitcoin en Nueva York han comenzado a adquirir viejas centrales eléctricas, especialmente aquellas de gas natural. Esto ha generado inquietud entre los residentes locales, que se oponen a esta evolución en un estado con importantes restricciones ambientales. La atracción de estas plantas se debe a la necesidad de energía constante y a bajo costo, lo que se convierte en un reto para el equilibrio energético y la sostenibilidad en la región.
Una de las instalaciones más destacadas es la antigua planta de Greenidge Generation, que ha reconvertido su modelo operativo para incluir la minería de Bitcoin. Desde que la minería comenzó a operar en el sitio, las emisiones de carbono han aumentado considerablemente, lo que ha despertado alarmas sobre su impacto ambiental. Los vecinos han denunciado problemas asociados al ruido y al consumo excesivo de recursos, lo que ha llevado incluso a demandas y acciones legales en contra de estas operaciones.
A pesar de las interferencias legales y las recomendaciones contra la minería de Bitcoin, operaciones como Greenidge y Digi PowerX continúan funcionando. La reciente relajación de las regulaciones federales bajo la administración actual ha favorecido a estos mineros. Mientras tanto, la dependencia de estas instalaciones de energía fósil sigue generando debate sobre el futuro de la minería de criptomonedas y su lugar en la matriz energética de Nueva York.
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