Bradford G. Smith ha revolucionado la forma en que se comunica gracias a un implante cerebral de Neuralink, la empresa de Elon Musk. Este dispositivo le permite mover un cursor en la pantalla solo con el pensamiento, haciéndolo el tercer paciente en el mundo y el primero con esclerosis lateral amiotrófica (ALS) en recibir esta tecnología. Con su nuevo implante, puede interactuar de manera más rápida y efectiva, impulsado por la inteligencia artificial de Grok, un chatbot también desarrollado por Musk, que le ayuda a redactar respuestas y enriquecer su comunicación.
A medida que Smith comparte su experiencia a través de la plataforma X, su caso genera interés y plantea preguntas éticas sobre la autenticidad de la comunicación asistida por IA. Algunos de sus mensajes han suscitado dudas sobre si son realmente sus palabras o si fueron redactados por Grok. Sin embargo, Smith asegura que es responsable del contenido, aunque utiliza la IA para mejorar la fluidez de sus respuestas. Este dilema señala la compleja interacción entre la tecnología, la comunicación humana y el papel que juega la inteligencia artificial en la vida cotidiana.
Además de su funcionalidad principal, el implante de Neuralink ha transformado la forma en que Smith se conecta con su familia y amigos. A través de un modelo de voz que imita su tono anterior a la enfermedad, puede escuchar y comunicar sus pensamientos de manera más natural. Con la esperanza de desarrollar un modelo de lenguaje más personalizado que refleje su estilo y opiniones, busca colaborar con desarrolladores para ampliar aún más sus capacidades. Este avance no solo subraya el potencial de la biotecnología y la IA, sino también la necesidad de discutir las implicaciones éticas de estos avances en la vida humana.
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